ene 08 2012
Homosexualidad, Homofobia, Homopensamiento. Realidades y Retos.
Lic. Yuliet Casamayor Sarmiento, Licenciada en Derecho.
La idea de escribir estas líneas viene motivada por la lectura de dos espléndidos e inteligentes artículos; el primero de ellos se titula: Homofobia o incultura, quizás falta de sensibilidad. Saque usted sus propias conclusiones, de la Psicóloga Linnet Bonachea Márquez y el segundo, Silencio y homofobia en Cuba, dos males de nuestro tiempo, del Dr. Alberto Roque Guerra. Sencillamente gracias, gracias por mostrar realidades que coexisten en la Cuba de hoy junto a los desafíos que nos impone la economía mundial y la interna, el deseo comedido y coherente (al fin) de posicionar una política de respeto irrestricto a la Constitución de la República, las Leyes y el resto de las normativas que constituyen la prelación legislativa de cualquier Estado soberano.
La homofobia es un flagelo social que como todas las fobias afecta a la humanidad, aunque parezca absurdo para muchos, afecta a la comunidad LGTB y al homofóbico u homofóbica que no necesariamente es siempre heterosexual. Confieso no entender el por qué de la existencia de un pensamiento tan radical, absolutista y ridículamente pasional. Intentaré exponerlo mediante un ejemplo:
Tengo una amiga a la cual no le gustan las habichuelas, jamás en su vida las ha probado, en su casa todo el mundo come habichuelas, por más que han intentado convencerla para que las pruebe, todos los esfuerzos han resultado inútiles. Desconoce si existe un árbol frondoso con habichuelas o sencillamente vainas aplanadas y alargadas, en cuyo interior se dispone un número de semillas variable, según la especie. Al no gustarle, no son importantes para ella y no le molesta si los demás las consumen o no. No habla de las habichuelas, no piensa en las habichuelas, las habichuelas no son un tema.
La libre, responsable y necesaria expresión sexual del ser humano es importante para todos, pero en su individualidad dicha expresión tiene una connotación superior. Quizás quién tristemente se encuentra maniatado por los prejuicios arcaicos e incivilizados de este mundo desarrollado y viril, piense con puerilidad que la homosexualidad o cualquier manifestación de la sexualidad- análoga, jamás antagónica- no puede compararse con el simple gusto o apetencia por una legumbre, le recomendaría entonces que releyera la historia de mi amiga, los seres humanos a veces solemos obviar la naturalidad, le ponemos ojerizas porque es mucho más fácil formarnos una vida compleja, donde lo inamovible, lo concreto, lo supuestamente establecido, lo rígido, lo imperioso, lo blanco y lo negro alivian las “tensiones” que depararían la aceptación de que ciertas complejidades no lo son tanto.
Todos, absolutamente todos podemos amar, soñar, trabajar, crecer sin renunciar a ser auténticos. La sexualidad es sólo una parte de la vida de un ser humano, la elección de pareja no trasciende al ámbito profesional, espiritual y social aunque los incorregibles y escandalizados prejuiciosos de siempre y otros de nuevo tipo hagan hasta lo indecible por convencer al mundo que sí. Por suerte para la humanidad existen muchas personas capaces, coherentes e inteligentes que no reducen el mundo al sexo. El sexo es íntimo, privado, personalísimo y las expresiones afectivas son decisiones de cada quién; jamás condicionadas por normas sociales o jurídicas.
No permitamos que el homopensamiento nos invada. Nuestra Carta Magna establece en su primer artículo que nuestro Estado está (…) organizado con todos y para el bien de todos, como república unitaria y democrática, para el disfrute de (….), la justicia social, el bienestar individual y colectivo; preceptúa además que El Estado (….) garantiza la libertad y la dignidad plena del hombre, el disfrute de sus derechos, el ejercicio y cumplimiento de sus deberes y el desarrollo integral de su personalidad. Asimismo dispone que la discriminación por motivo de raza, color de la piel, sexo, origen nacional, creencias religiosas y cualquier otra lesiva a la dignidad humana está proscrita y es sancionada por la ley, y las instituciones del Estado educan a todos, desde la más temprana edad, en el principio de la igualdad de los seres humanos. Entonces, aunque comparto el criterio de que se deben dictar disposiciones jurídicas que aludan específicamente a los derechos sexuales de TODOS, criterio que fervientemente apoyaré como profesional del Derecho, comencemos por cumplir lo establecido, respetemos lo dispuesto por nuestro voto libre, mediante referendo.
Las sutilezas discriminatorias que expresan la entrada por pareja a lugares de esparcimiento y recreo, construidas y fomentadas por el Estado revolucionario, en las que no sólo se discrimina a la comunidad LGTB, donde se violenta además el derecho que consagra el Estado de que los ciudadanos, sin DISTINCIÓN son atendidos en todos los restaurantes y demás establecimientos de servicio público, y disfrutan de los mismos balnearios, playas, parques, círculos sociales y demás centros de cultura, deportes, recreación y descanso; son un reflejo palpable de ese homopensamiento. El derecho lo consagra el Estado para los CIUDADANOS, no las parejas. No permitamos la apariencia de un estado de indefensión, no demos paso a la era del homopensamiento.
Herramientas legales existen, desde las funcionales hasta las obsoletas por desuso o destiempo. El Derecho es dinámico, doctrinalmente va al paso de las relaciones sociales. Precisa de ponerse siempre a tono con esas relaciones en la praxis.
En la espera-nunca quieta-de reconocimientos normativos, demos a respetar lo establecido. Invito a nuestra comunidad LGTB ciudadanos cubanos sin distinción, a honrar y hacer valer a través de la inteligencia, el conocimiento y el apego a la legalidad, nuestros derechos.
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